José Guzmán: El joven jinete chileno que encarnó el espíritu del fair play en Portugal

La historia de José Miguel Guzmán Pérez es un ejemplo de cómo el amor por los caballos y el compañerismo pueden marcar la diferencia en la competencia. A su 16 años edad, este joven jinete se ha convertido en un referente del espíritu deportivo tras recibir el premio Fair Play en una competencia de enduro ecuestre en Portugal, destacando por su solidaridad y cuidado hacia su caballo.

José Miguel nació en Málaga, España, pero desde pequeño vive en Chile, donde su vida ha estado ligada a la tradición ecuestre familiar. Su abuelo, José Miguel Guzmán Lyon, fundador del Criadero Lo Campino, dejó una huella profunda en la familia, inculcando la pasión por los caballos. “Siempre fuimos una familia que estaba ligada a la cultura de los caballos”, recuerda Guzmán sobre su entorno familiar, donde el rodeo, el salto y el enganche eran algo cotidiano.

Antes de descubrir el enduro, José Miguel tuvo su primera aproximación al mundo ecuestre a través del enganche. Bajo la enseñanza de Raúl Villarroel, participó en clases que le permitieron desarrollar destreza y coordinación necesarias para manejar los caballos. Aquella experiencia le dejó una base importante para comprender la conexión entre jinete y caballo, que más tarde retomaría en el enduro.

Fue recién hace tres años cuando retomó la equitación, descubriendo el enduro ecuestre. La disciplina, que combina resistencia, trabajo en equipo y un estrecho vínculo con el caballo, lo conquistó desde la primera experiencia como asistente en Emiratos Árabes. “Fue impresionante, nunca vi tantos caballos juntos y la asistencia de personas (…) es un deporte muy de comunidad, muy de ayudarse. También que une a las familias y lo encontré muy bonito”, cuenta Guzmán.

Su camino lo llevó hasta Portugal, donde fue invitado a competir por el equipo Enjoy Endurance, tras entrenar junto a Lea y Javier Graguera. La carrera, en un pueblo cercano a Lisboa fue una experiencia desafiante, marcada por la lluvia y terrenos fangosos. Fue precisamente en estas condiciones donde José Miguel demostró su calidad humana. Al ver a un compañero caer, se detuvo a asistirlo, asegurándose de que estuviera bien antes de continuar. Esta acción, sumada a su constante preocupación por el bienestar de su caballo, le valió el reconocimiento al Fair Play.

“La gente se sorprendió de lo cuidadoso que era con el caballo, todo el tiempo preocupado de él (…) lo había aprendido acá en Chile, me han enseñado eso, de estar con tu caballo todo el tiempo en la carrera”, relata José Miguel.

Para él, el enduro es mucho más que una competencia: es una escuela de valores. El respeto hacia el equipo humano, los jueces, los veterinarios y, sobre todo, hacia el caballo, son principios fundamentales que guían su participación. “Es súper importante eso, también tener compañerismo (…) ya que al final, te van a acompañar en la carrera”, destaca.

La experiencia de José Miguel en Portugal es el reflejo de una historia donde la tradición familiar, la pasión por los caballos y los valores aprendidos en Chile se fusionan para formar un jinete que encarna el verdadero espíritu del enduro. Su entusiasmo, humildad y compromiso con el bienestar equino lo posicionan como un ejemplo para las generaciones actuales, demostrando que la grandeza en este deporte no solo se mide en kilómetros recorridos, sino en la calidad humana que se manifiesta en cada galope.

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